Carrying My Madre’s Lessons Into My Work

The smell of fresh tortillas on the comal still takes me right back to my mother’s kitchen. She’d be moving with quiet purpose, checking the frijoles, stirring the olla, glancing at us kids, making sure we were behaving. But the real magic was in the way she cared for people. A friend stopping by with a problem? She’d find a way to help. A relative short on groceries? She’d stretch the meal without hesitation. My mother didn’t use the word equity, but she lived it.
Each year, from September 15 to October 15, we celebrate Hispanic Heritage Month, a time to honor the histories, cultures, and contributions of people whose roots trace to Spain, Mexico, the Caribbean, and Central and South America. The dates were chosen to coincide with the independence anniversaries of several Latin American countries, but the month is more than history; it’s an opportunity to reflect on the values we carry forward and the unity we can build together.
Growing up, I thought that was just what everyone did: look after one another, make sure no one was left out. It wasn’t until later that I realized how much her values, shaped by her own upbringing and experiences as a Latina in this country, would influence my own path.
Today, in my work at the Colorado Access Foundation, those lessons are always with me. Whether it’s reviewing a grant proposal, meeting with a community partner, or shaping funding priorities, I try to see beyond the numbers and into the lives behind them. My heritage reminds me that every decision has a ripple effect; that dignity, trust, and cultural understanding are not extras in health care and philanthropy, but essentials.
I also carry the understanding that “Hispanic” and “Latino” are not one-size-fits-all labels. Our communities are richly diverse, with different countries, traditions, dialects, and migration stories, yet many face shared challenges: barriers to care, underrepresentation in leadership, and inequities in systems meant to serve us. These differences should enrich us, not divide us. When we stand together, within our community and alongside allies, we’re able to push for change that benefits everyone.
Hispanic Heritage Month is a time to celebrate our cultures, but it’s also a reminder that representation matters every day. It’s about making sure our voices are heard when policies are written, when budgets are set, and when health care decisions are made. It’s about investing in Latino-led organizations, supporting bilingual services, and recognizing that cultural connection can be just as healing as medicine.
When I think about the future, I hope more people, inside and outside our community, will see that our heritage is not just history to honor, but wisdom to guide us forward. And that no matter our differences, we’re stronger when we lift each other up.
When I need to remember why I do this work, I go back to my mother’s kitchen. I see her offering the best of what she had, creating belonging for anyone who stepped inside. That’s the spirit I try to carry into every room I enter, because for me, Hispanic Heritage Month is more than a celebration. It’s a call to keep living those values, all year long.
More resources:
- Goodreads: Hispanic Authors Books
- History Colorado: Latino History & Heritage
- Latin American Educational Foundation
- Latino Community Foundation of Colorado
- Latino Cultural Arts Center
- National Museum of the American Latino
- Viva Southwest Mariachi
Quise compartir esta reflexión tanto en inglés como en español porque nuestro idioma es parte de nuestra identidad y también de cómo nos conectamos con la comunidad. Ofrecerla en los dos idiomas es una forma de honrar mis raíces, reconocer la diversidad dentro de la comunidad latina, y asegurar que este mensaje de unidad, esperanza y celebración esté al alcance de más personas.
Llevando las Lecciones de Mi Madre a Mi Trabajo
El olor de las tortillas recién hechas en el comal todavía me transporta a la cocina de mi madre. Ella se movía con un propósito sereno: revisando los frijoles, meneando la olla, echándonos un vistazo a los niños para asegurarse de que nos portáramos bien. Pero la verdadera magia estaba en la manera en que cuidaba de la gente. ¿Un amigo que llegaba con un problema? Ella encontraba la manera de ayudar. ¿Un familiar con poca despensa? Estiraba la comida sin pensarlo dos veces. Mi madre nunca usó la palabra equidad, pero la practicaba a diario.
Cada año, del 15 de septiembre al 15 de octubre, celebramos el Mes de la Herencia Hispana, un tiempo para honrar las historias, culturas y contribuciones de quienes tienen raíces en España, México, el Caribe, y Centro y Sudamérica. Las fechas fueron escogidas para coincidir con los aniversarios de independencia de varios países latinoamericanos, pero este mes es más que historia; es una oportunidad para reflexionar sobre los valores que llevamos con nosotros y la unidad que podemos construir juntos.
Al crecer, pensaba que eso era lo que todos hacían: cuidarse unos a otros, asegurarse de que nadie quedara fuera. No fue hasta después que entendí cuánto esos valores, moldeados por la crianza y experiencias de mi madre como latina en este país, influirían en mi propio camino.
Hoy, en mi trabajo en Colorado Access Foundation, esas lecciones siempre me acompañan. Ya sea revisando una propuesta de subvención, reuniéndome con un socio comunitario o definiendo prioridades de financiamiento, trato de ver más allá de los números y enfocarme en las vidas que están detrás. Mi herencia me recuerda que cada decisión tiene un efecto dominó; que la dignidad, la confianza y la comprensión cultural no son extras en la atención médica y la filantropía, sino esenciales.
También llevo conmigo la comprensión de que “hispano” y “latino” no son etiquetas únicas que nos definen a todos por igual. Nuestras comunidades son ricamente diversas, con distintos países, tradiciones, dialectos e historias de migración, pero muchas enfrentan desafíos compartidos: barreras en el acceso a la atención, poca representación en el liderazgo y desigualdades en los sistemas que deberían servirnos. Estas diferencias deben enriquecernos, no dividirnos. Cuando permanecemos unidos, dentro de nuestra comunidad y junto con aliados, podemos impulsar cambios que beneficien a todos.
El Mes de la Herencia Hispana es un tiempo para celebrar nuestras culturas, pero también un recordatorio de que la representación importa todos los días. Se trata de asegurarnos de que nuestras voces sean escuchadas cuando se redactan políticas, cuando se establecen presupuestos y cuando se toman decisiones sobre salud. Se trata de invertir en organizaciones lideradas por latinos, de apoyar servicios bilingües y de reconocer que la conexión cultural puede ser tan sanadora como la medicina.
Cuando pienso en el futuro, espero que más personas, dentro y fuera de nuestra comunidad, vean que nuestra herencia no es solo historia para honrar, sino sabiduría para guiarnos hacia adelante. Y que sin importar nuestras diferencias, somos más fuertes cuando nos apoyamos unos a otros.
Cuando necesito recordar por qué hago este trabajo, regreso a la cocina de mi madre. La veo ofreciendo lo mejor de lo que tenía, creando un sentido de pertenencia para cualquiera que entrara. Ese es el espíritu que trato de llevar a cada espacio al que entro, porque para mí, el Mes de la Herencia Hispana es más que una celebración. Es un llamado a seguir viviendo esos valores todo el año.
Más recursos: